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Samuel David Noyola García

Samuel David Noyola García (Guerrero, Ciudad de México, 8 de febrero de 1964- ) apodado por Mario Santiago Papasquiaro como “Vaquero del Mediodía”, es un poeta mexicano, discípulo de Octavio Paz y autor de tres libros de poemas, que se encuentra desaparecido desde 2008.

Infancia y juventud

Fue el penúltimo de nueve hijos, criado por su madre y su hermano mayor ante el abandono del padre. Creció en Monterrey, Nuevo León, en un barrio de la periferia conocido como la Coyotera. Héctor Noyola, su hermano mayor, ha contado que pese al “entorno callejero”, Samuel era un lector voraz y con talento para el dibujo. A los de 13 años comenzó a trabajar en el estudio de Arte Gráfico Maclean and Spossari y según su hermano, soñaba con ser diseñador gráfico.

Para 1980, sin embargo, deja su empleo y decide viajar a Nicaragua, para ser testigo y participante de la  revolución sandinista. Gracias a una recomendación del poeta Guillermo Boccanera es contratado como diseñador gráfico en el Ministerio de Cultura del gobierno socialista.

Con la irrupción de La Contra, Samuel se alista como miliciano para combatirlos. “Samuel aquí no era poeta. Fue artista gráfico, alfabetizador y luego entró como miliciano y ahí: te mataban o matabas, por lo que debió haber vivido todo tipo de experiencias, pero aquí no era poeta: creo que aquí, en la guerra, fue cuando se hizo poeta”, ha contado Julio Valle Castillo, ex funcionario del Ministerio de Cultura en Nicaragua, quien convivió con Samuel en esos años agitados.  

Obra poética

Héctor Noyola dice que su hermano regresó de Nicaragua muy cambiado y decidido a ser poeta. Tras instalarse en Monterrey, Samuel comienza a trabajar como corrector del suplemento “Aquí Vamos”, del diario El Porvenir. Años después, en 1985, publica su primer libro: Nadar sabe mi llama.

Su obra comienza a difundirse, y el talento del poeta norteño es reconocido por Octavio Paz. Así, el poeta y Nobel mexicano le brinda a Samuel un espacio para colaborar en la revista literaria “Vuelta”, lo cual le  permite convivir con los intelectuales y escritores más notables de México, ganándose por igual amistades y enemistades. “Samuel transitaba con el prestigio del elogio de Octavio Paz a sus versos y el consentimiento que el Nobel le brindaba hasta para pagar sus cuentas. Transitaba con el prestigio de la seducción de su palabra, de la seducción de su estampa de canalla; de la seducción de su trayectoria de militante de revoluciones como la sandinista en Nicaragua”, dice el periodista José Garza.

Para 1991, Samuel recibe una beca del Instituto de Cooperación Iberoamericana para estudiar un curso de Lengua y Literatura Española en Madrid, donde radica por un año.

A finales de 1993, con el apoyo de Octavio Paz, editorial “Vuelta” publica la segunda obra de Samuel: “Tequila con calavera”, que según el poeta Armando González Torres contiene “una poesía burlesca, libertaria y libertina, hecha con materia y destrezas clásicas” El escritor Eduardo Vázquez Martín reseñó que en la segunda obra de Samuel “se lee a un alumno de Lope de Vega que vaga a la deriva entre la Macroplaza de Monterrey, una cantina de la Ciudad de México, y las experiencias de ultramar de un latinoamericano en el barrio chino de Barcelona” y consideró al autor “un poeta capaz de servirse de las formas, poniéndolas a su disposición y no al contrario”.

Entre 1995 y 1997, Samuel publicó ensayos y poemas como “El siempreviudo”, “Postal”, “Caleidoscopio”, “La Herencia de Kurt Cobiain” y otros más en antologías y revistas literarias como “La JS”, “Sábado”y “El Búho”. Fue hasta 2003 que publica su tercer libro: “Paloma Negra Productions”, editado por Mantis Editores y el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León. El poeta y promotor cultural, Armando Alanís califica la obra Samuel como “un clásico de la poesía mexicana contemporánea”. El propio Samuel, en una entrevista con Alanís, define así su obra poética: “Para mí escribir un poema es como decir buenos días, con toda la carga que la frase tiene. No hay una hilación entre mis libros, es cierto, por la simple razón de que escribo poemas, pero como conjunto Nadar sabe mi llama, Tequila con calavera y Paloma negra productions forman un ensamble”.

El ensamble de obras de Samuel fue reunido en “El Cuchillo y la Luna”, publicado en 2011. Sobre esta obra, Armando Vázquez Torres sostiene que perfila a Samuel como un “un anarquista metido en los salones, un nómada apegado a la tradición sedentaria, un pirómano afecto al monumento, un místico insospechado que rinde culto al templo de la noche y que, en ciertos instantes prodigiosos, ya no sabe si ha descendido a lo más hondo o ascendido a lo más alto”.

Decadencia y desaparición

Tras la muerte de Octavio Paz, en 1998, Samuel entró en una depresión prolongada. Jesús R. Cedillo, escritor de Torreón, relata que “iba y venía lo mismo a México que a Monterrey. Nada se le negaba. Vivía bien y bebía mejor. Bebía harto. Ya luego, la que se creía la voz poética más prometedora jamás nacida, con la muerte de Octavio Paz, su estrella se fue eclipsando. Fueron famosas en ese entonces sus borracheras y sus relaciones amorosas. Virtud y condena por igual”.

A partir de 2004, Samuel comienza a ausentarse de amigos y familiares por períodos largos de tiempo. Sobre su desaparición se sabe que vivió por igual en azoteas, autos abandonados o en la indigencia. Otros lo recuerdan como cuidador de carros. Lo cierto es que la última fotografía de Samuel fue tomada en una cantina a finales de abril de 2006, pero desde 2008 nadie sabe nada de él.    

Al respecto, el poeta Marco Antonio Campos escribió en 2012 que Samuel, al igual que Ramón López Velarde, vino a ser alguien en la capital y la capital lo devoró. “En algún poema comparó a la Ciudad de México con el infierno, y la Ciudad de México lo acabó hundiendo en el infierno. En otro poema, en una visión helada, encontraba en la gran ciudad sólo avenidas frías, vidrieras sin alma, palabras de ceniza, calles donde los hombres desaparecen. Sabía que su otro yo, su conciencia moral, como a William Wilson, lo perseguía feroz e incesantemente. No sabía a veces si vivía entre personas o entre máscaras delirantes. El escritor Juan Villoro, por su parte, se refirió a sus recuerdos y desaparición de Samuel en el artículo “Un café con los poetas”, publicado en 2013: Por ahí de 1996 coincidimos en café La Habana con Samuel Noyola, poeta de Monterrey que había vivido en mi casa. La inmersión de Mario en los abismos del DF se intensificó en Samuel. El autor de Tequila con calavera llegó a dormir en la calle, primero en La Condesa, luego en Coyoacán; pasó por la cárcel y desapareció sin rumbo, como lo hizo en su adolescencia, cuando fue a la guerra en Nicaragua. ¿Qué lumbre persigue ahora? Lo recuerdo en el café, saludando con su tono norteño y mostrando orgulloso un par de botas nuevas. Para entonces ya habían dado las doce y Mario lo bautizó como Vaquero del Mediodía”.

Búsqueda documental

En 2009, al enterarse de la desaparición del poeta, el periodista Diego Enrique Osorno emprendió una  búsqueda, cámara en mano, de las huellas, amores, obras y excesos del poeta, que también es su paisano, hurgando en las memorias, recuerdos, vivencias y fotos de familiares, amistades y colegas de Samuel. El resultado de esa búsqueda quedó plasmada en el documental “Vaquero del Mediodía”, seleccionado para el del Festival Internacional de Cine de Morelia 2019.